Construir en Raíces, el legado zapatista de trabajar la tierra

Cooperativa de Milpa Alta cultiva huerto de manzanas y colmenas libres de pesticidas.


Redacción La Coperacha
Ciudad de México // 09 de mayo de 2018

El territorio y el paso del tiempo pesan, son importantes para los socios de la cooperativa Construir en Raíces, originaria del pueblo de San Antonio Tecómitl en Milpa Alta, frontera con Morelos.

Tienen tatuada en la memoria la sangre zapatista derramada durante la revolución campesina de 1910 para que ellos y otros ejidatarios fueran propietarios de las tierras que ahora cultivan.

“Somos parte de un proceso histórico, es una lástima que en el pueblo estén las cosas arrumbadas cuando hubo gente que murió por esto que se nos dio”, suelta el joven historiador Jorge Isaac, convertido en cultivador de árboles frutales y procesador de amaranto.

De la tierra obtienen todo. Si la cooperativa fuera un árbol donde la raíz es la historia, el tronco sería de miel, frutas y amaranto, sus ramas serían frondosos dulces, productos derivados de mieles, mermeladas y ates.

“Todos amamos la tierra”, afirma Maribel, presidenta de la cooperativa y jefa de familia. “Todos mis hijos son profesionistas pero con relación a la tierra”, dice. Entre ellos hay una bióloga que concientiza a niños en una escuela; un egresado de antropología e historia que funge de explicador de procesos cooperativos y, finalmente, un experto en alimentar abejas.

Sin pesticidas es mejor
A la hora de la producción varias manos se aparecen, estas extremidades llenan recipientes, sellan envases, colocan etiquetas, nutren a 70 colmenas de abejas o van al huerto de mil 500 manzanos a cuidar y querer árboles.

Lenin es el chef y nutriólogo de las apis mellíferas. Prepara tortitas protéicas, pesa la harina de huevo, el arroz y amaranto, calcula las porciones necesarias de levaduras y aminoácidos que las pequeñas voladoras devoran en época de estiajes.

Consideran valiosa la parte mielera de la cooperativa, se miran obligados a cuidar de las abejas por su efecto polinizador en las inmediaciones. Para asegurar buenos resultados transportan algunos apiarios al bosque en primavera, donde nuevos frutos aparecerán.

Como los pesticidas y químicos no pueden convivir con la abejas toda la producción del huerto es agroecológica, eso genera un extra que los consumidores agradecen.

Certificación participativa
Construir en Raíces no compite con grandes marcas. En el mercado salvaje han encontrado pequeños islotes de convivencia y consumo. El Mercado Alternativo de Tlalpan es el punto donde los fines de semana el trabajo de la cooperativa encuentra su salida. En este mercado son conocidos con su marca Fruta Miel.

En un ejercicio de certificación participativa los consumidores visitaron hace algunos meses el bosque de encinos y pinos donde está el huerto frutal, se pusieron los trajes de apicultores para llegar al apiario, preguntaron por los procesos productivos y al cerrar la jornada, se fueron de la cooperativa con el sabor de boca agradable a miel y alimentos limpios.

En la sede principal de la cooperativa, a una hora de camino del bosque, además de tener su área productiva y maquinaria, existe un breve huerto y unas gallinas ponedoras que brindan un aire de sustentabilidad y soberanía alimentaria. Construir en Raíces estaría preparada ante eventos catastróficos, huidas de capitales golondrinos y alzas generalizadas de alimentos.

En el sótano un motor se echa andar y la tostadora de amaranto trabaja a marcha regular. Entra el grano y salen volutas infladas conocidas como alegrías. Jorge Isaac ofrece la prueba del amaranto tostado, explica su proceso productivo como si contara una historia mínima de Milpa Alta.

El socio mayor de la cooperativa, don Jorge, es creativo. Hace pruebas y combinaciones con la cosecha. Ha obtenido sabrosos intentos de sidra y ahora busca deshidratar las manzanas. Su último experimento lo ofrece a los visitantes y obtiene el visto bueno de un sabor genuino: una mezcla de amaranto y otras semillas saladas y endiabladas, ideal para botana futbolera.

La Coperacha

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