Entre el mundo Down y el mundo cooperativista

Jóvenes crían guajolotes y dignifican su vida.


Redacción La Coperacha
Ciudad de México // 15 de enero de 2018

Una tarde Ángel regresa de la escuela y les demanda a sus padres: “Quiero trabajar, ya no quiero ir a la escuela porque me aburre”. Gabriela y Francisco saben de las pocas oportunidades que tienen los jóvenes Down, como su hijo. El reto exigía una respuesta más comprometida.

Para buscar la inserción laboral de Ángel sus padres deciden iniciar un proyecto familiar. Buscaron capacitaciones para administrar un negocio y el plan era poner una cría de guajolote.

Del proyecto se enteran los familiares de Rubén y piden la incorporación de su hijo, después llegó Víctor y el equipo de ocho jóvenes Down se completó con Laura, Natalia, Evelyn, Mario y Jonathan: toda la comunidad radica en la Delegación Magdalena Contreras, de la Ciudad de México.

Para conocer sobre la producción de guajolotes en grandes cantidades, recuerda Gabriela, se apoya en Verónica Alcántara de Granja Cocotla, quien “compartió generosamente su experiencia avícola y a quien consideramos una de nuestras madrinas”.

Cooperativa Huexólotl Down cambió su vida
Gabriela Mendoza y su esposo buscaron información para decidir la forma legal y organizativa que tendría el naciente proyecto, “buscando la mejor opción encontramos la figura cooperativa que nos permite distribuir el reparto de los beneficios por igual y evitar los abusos”.

La cooperativa Huexólotl, guajolote en náhuatl, la forman 14 personas, ocho de ellas de la comunidad Down que se apoyan en sus tutores para los asuntos legales. Francisco Nava mira a los jóvenes y dice “son el alma del proyecto y nosotros somos acompañantes de estos chavos especiales”.

Francisco asegura que lo que menos les interesa a los muchachos es vender, “les interesa pertenecer, sentirse y vivir con alegría. Por ejemplo Laura está aquí y tiene gripe, si estuviera en su casa estaría en cama durante varios días”, la reacción de Laura es inmediata: “Barbero”, los chavos revientan a carcajadas.

La plataforma cooperativa, expone Gabriela, está hecha a su medida y los jóvenes la entienden de manera empírica pues “saben que el trabajo y el beneficio es parejo, y entre ellos se apoyan”.

De Amecameca a la Magdalena Contreras
La cría de los guajolotes la realizan en una granja amiga ubicada en Amecameca, Estado de México, donde los chavos Down asisten cada 15 días y con ayuda de los trabajadores realizan las tareas de pastoreo y alimentación de las aves.

Los familiares de los jóvenes han percibido un cambio positivo en ellos pues, “saben que es su trabajo y que son sus productos, por lo que vienen contentos a trabajar y su ánimo es mejor”.

El proyecto se formalizó en la cooperativa Huexólotl Down apenas en abril del 2017 y para las fiestas de diciembre alcanzó la venta de 500 guajolotes.

Mientras los jóvenes empacan y etiquetan sus productos alrededor de una mesa, escuchan a Gabriela y Francisco exponer que este año inician la construcción de su granja en la Magdalena Contreras, su terruño, y que el proyecto arquitectónico fue elaborado por estudiantes de la UAM.

Francisco es comunero de Contreras y expuso ante sus compañeros la necesidad de ocupar un terreno para el proyecto de la granja cooperativa: “Cuando vieron los compañeros de como estábamos trabajando y la manera de cómo estamos avanzando se convencieron y nos apoyaron”.

El rostro infantil de los jóvenes Down hace de su edad un misterio, ahora son cooperativistas y trabajan por su integración laboral y social. Dan la cara y asisten a ferias y exposiciones para ofrecer con orgullo sus productos marca Pavo Down.

Atrás quedaron rutinas escolares o estancias aburridas en sus casas y es Gabriela que a menudo les recuerda: “Nuestro país los necesita”.

La Coperacha

Notas relacionadas

“Esquizofrenia no es barrera para formar cooperativas”
24 de diciembre de 2015

“La Fageda: el yogur que cura”
21 de abril de 2014

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor deja un comentario
Por favor ingresa tu nombre