Cooperativa pionera del comercio justo cumple 33 años

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UCIRI festeja con ceremonia indígena, banda mixe, café y colectividad.


Redacción La Coperacha
Ciudad de México // 17 de octubre de 2016

Al bajar de la accidentada Sierra Mixe de Oaxaca, poco antes de llegar a la región del Istmo, en el pueblo Lachivixá, de Santa María Guienagati, se ubica un beneficio que es símbolo de colectividad, comercio justo y la primera exportación de café cooperativo en México.

El último fin de semana Lachivixá estuvo de fiesta porque los socios de la Unión de Comunidades Indígenas de la Región del Istmo (UCIRI), fundada en 1983, registrada como sociedad cooperativa, cumplieron 33 años de impulsar la producción del café orgánico a través de la organización de comunidades cafetaleras.

Acompañaron al festejo, un cambio de mando con vigencia de tres años, una ceremonia religiosa indígena, música de banda mixe, alrededor de 200 socios y los dos principales impulsores de la UCIRI: el sacerdote de origen holandés, Francisco Van Der Hoff y el obispo emérito de Tehuantepec, Arturo Lona.

Oaxaca, cuna del comercio justo en México
En 1981 Oaxaca cimbraba al país con el primer municipio gobernado por la oposición, en ese entonces Juchitán bajo el triunfo de la Coalición Obrero Campesino Estudiantil del Istmo de Tehuantepec (COCEI) se volvió el lugar donde las cosas nuevas podían ocurrir.

Personajes como Rosario Ibarra, Elena Ponitwoska, Fernando Benítez y Francisco Toledo, apoyaron para la recuperación cultural de la región. Los mismos coceistas se agruparon en torno a la defensa de la propiedad comunal, la agricultura y el territorio.

No es coincidencia que en la misma zona surgiera entre 1982 y 1983, la primera experiencia de esta organización indígena que exportó café orgánico a Holanda, practicó el comercio justo y abrió ese camino para otras organizaciones.

De la mano del padre Francisco Van der Hoff, quien llegó a México luego del golpe militar en Chile, se fundó la UCIRI, que agrupó entonces a 17 comunidades cafetaleras que buscaban mejorar las condiciones de producción y venta del café, así como el bienestar campesino.

Frans Van der Hoff, quien también dirigió el Centro de Estudios Ecuménicos (CEE), creó en Holanda junto a Niko Roozen la primera iniciativa mundial de comercio justo con el sello Max Havelaar, una certificación que garantizaba que la mayor parte del ingreso de las ventas llegasen al productor y a su organización.

Van der Hoff anota que años después de introducir el concepto de comercio justo en Europa, decenas de países lo retomaron y hoy logran comercializar el 5% de la producción mundial de café.

Años después, en un recuento de su experiencia, el padre Van der Hoff, quien desde 1982 es vecino de Santa María Guienagati, publicó “La aventura del comercio equitativo: Una alternativa a la mundialización” y “Manifiesto de los Pobres, las Soluciones Vienen Desde Abajo”, editado el último por la UCIRI.

A brincar la roya
Actualmente la cooperativa agrupa a 2 mil 600 socios de 58 comunidades zapotecas y mixtecas del centro y norte del Istmo, chontales del sur, chatinos de la Costa y mixes de la parte media y alta de Oaxaca.

Los productores de la UCIRI han padecido en los últimos años de la plaga de la roya. En 2014 les afectó al 70% de su producción por lo que este año no pudieron exportar el grano verde a Europa. En 2015 iniciaron un proyecto de renovación de cafetales y esperan que en un plazo de 12 a 18 meses puedan volver a cosechar y a exportar.

“Lo que hemos hecho es vender el café molido a mercado nacional, porque el verde con la falta de cosecha no se pudo vender, los productores han puesto todo para revivir los cafetos y eso es lo que estamos haciendo”, dijo Iván Guzmán Gómez, colaborador de UCIRI a medios que asistieron al trigésimo tercer aniversario de la cooperativa.

La esperanza, afirmó Guzmán Gómez, es que el café reviva, que se vuelva a exportar y que la bebida esté presente en la mesa de todos los mexicanos.

En el Manifiesto de los Pobres, Van der Hoff, afirma que la solución a las crisis no vendrán desde arriba, sino en la capacidad de resistir, organizarce y luchar de los pueblos. Es momento de que la cooperativa que permitió a sus socios tener techos y pisos firmes, un puesto de salud, un médico y mandar a sus hijos a la escuela, brinque a la roya.

Foto: Facebook UCIRI

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